El aplauso inconcluso

El pasado 3 de Diciembre se celebró el día del médico, fecha establecida en homenaje a Juan Finley Borrés, médico cubano que confirmó la teoría sobre la propagación de la fiebre amarilla.

El último estudio de demografía médica del Ministerio de Salud de la Nación (diciembre de 2015, deja claro que Argentina es uno de los países en el mundo con más médicos por habitante: contamos con más de 216.000 médicos matriculados. Por otro lado, el estudio señala -también- un proceso de feminización de la profesión, dado que el 74 % de los residentes nacionales son mujeres.

Es de público conocimiento el tristísimo hecho ocurrido en ocasión de la marcha realizada por profesionales de la salud reclamando salarios dignos, en la cual, murió -como consecuencia de un infarto- el jefe de obstetricia del Hospital Ramos Mejía.

Esta Argentina que, hace más de un siglo, podía jactarse ante el mundo de tener una educación laica y gratuita en todos los niveles y que -en ese esquema de acceso a la educación pública- permitía que los hijos de inmigrantes ascendieran socialmente gracias a la obtención de un título universitario es la misma que hace veinte años, presenció inmóvil el suicidio del Dr. René Favarolo, quien no resistió el oprobio de una crisis financiera que dejaba a su fundación ante el abismo de una quiebra.

Favarolo -graduado como médico en la Universidad Nacional de La Plata- fue reconocido mundialmente por haber desarrollado el bypass coronario; ayudó, con este descubrimiento, a salvar un incalculable número de vidas y a dar mejor calidad de vida a otras tantas… eligió ese corazón que tan bien conocía para abandonar a un país -su país- que no supo reconocerlo en vida…

Alejandro Hakim, el médico de 59 años que murió de un infarto en medio de un pedido de sueldos dignos, era un médico obstetra que había traído a este mundo, miles de vidas…

¿Puede un siglo marcar una involución tan profunda? ¿Tenemos derecho a mirar para otro lado ante hechos tan groseros? ¿Podemos ser partícipes de tal grado de decadencia sin hacernos cargo de la parte que nos compete? ¿Es lógico no tomar como propio el justo clamor de quienes nos están cuidando?

Celebramos el día del médico en homenaje a alguien que descubrió el orígen de una enfermedad viral de alta transmisibilidad, contagio y letalidad y un siglo después -en medio de una pandemia que ha cobrado ya la vida de muchos profesionales de la salud- nos olvidamos que son ellos los que nos cuidan, los que se exponen, los que están buscando alternativas de tratamientos y vacunas…

Un mismo 3 de Diciembre y dos enfermedades que traen muerte, miedo e incertidumbre.

Dos crisis económicas, dos médicos y un mismo corazón que dice basta…

En el medio, un país que retrocede en todo sentido, una clase dirigente que discute cuestiones que no le importan a nadie y una sociedad hastiada a la que no le importa que la educación, la salud y la justicia se estén transformado en abstracciones carentes de contenido.

Es verdad que tuvimos el encierro más largo del mundo, es real que estamos sumergidos en una de las crisis más serias de la historia, es cierto que no nos queda resto ni en lo personal ni en lo social… pero, también es verdad que -así como los dirigentes tienen el foco de la mirada puesto en lugares incomprensibles- nosotros mismos no somos capaces de mirar lo obvio y actuar en consecuencia.

Todos y todas -me incluyo- sabemos que los profesionales y trabajadores de la salud están llevando a cabo desde marzo de este año, una tarea inconmensurable… sabemos que ganan poco, que no cuentan con los recursos necesarios, que los han escrachado sus propios vecinos, que están agotados, que no pueden más y -aún así- siguen…

Mientras nosotros -vos y yo- volvemos a nuestras actividades, la pandemia sigue, cada día se suman mas argentinos a esa cifra de más de 35.000 muertos, continuan los contagios; mientras nosotros pasamos del aislamiento al distanciamiento, los médicos, médicas y trabajadores de la salud siguen trabajando…

La medicina se está feminizando en Argentina porque hace años que los médicos ganan poco y por lo tanto, los varones se encuentran ante dos alternativas: o estudian otra carrera o emigran…

Sin lugar a dudas, necesitamos repensar que país queremos y hacerlo exigible… O, acaso, alguien cree que ese país que en abstracto deseamos se construye por la sola decisión acertada del gobernante de turno?

Obviamente, se impone rever de qué modo se asignan las partidas presupuestarias para poder implementar las políticas públicas que cada área vital de la sociedad requiere pero también urge que la ciudadanía toda tome consciencia de su rol a la hora de hacer valer la exigibilidad de los derechos que constitucionalmente tenemos.

Está claro que los recursos económicos son limitados y que el índice de pobreza que estamos registrando merece que los esfuerzos se dirijan -en principio- a eliminar el hambre.

Nadie pide milagros…

Sin embargo, debería estar igualmente claro que tal decisión debe ser solo resultado de una coyuntura excepcional; no podemos tener una política de estado basada en el asistencialismo con un total descuido de las bases que se necesitan para sostener a un país porque eso implica -por definición- mantenernos anclados siempre en el mismo lugar.

Ese país que un día tuvo una universidad de primer nivel, aquel que supo formar ganadores del Premio Nobel e inventores de descubrimientos que beneficiaron a la humanidad entera, no puede -no debe- permitirse hoy ser la decadencia de lo que algún día fue, ver a sus profesionales emigrar y a otros morir en el intento de reclamar un salario digno.

No puede suceder. No es posible ser testigos de semejante injusticia y mirar para otro lado, como si tal acto de negación, hiciera desaparecer una realidad que duele.

Tampoco es posible admitir que esa noticia no sea difundida una y otra vez en todos los medios de comunicación, acompañando un clamor popular que se convoque para apoyar a sus médicos, médicas y trabajadores de la salud…

Salimos a la calle cuando nos tocan la ¨República¨a la que -en principio- identificamos -seamos honestos- con nuestros bolsillos… sin embargo no hemos sido capaces de salir sostenidamente al balcón a acompañar a quienes nos están cuidando por dos mangos con veinte…

En un momento de crisis extrema de todo tipo, no podemos permitir que los recursos, esfuerzos y apoyo de la sociedad toda, no sean asignados estrictamente a los sectores que más lo necesitan.

Alguien puede dudar que el sector de la salud es uno de ellos?

Un aplauso sostenido en el tiempo no alcanza para saldar la deuda que la sociedad tiene con el personal de la salud, sin embargo -pese a no ser condición suficiente- es condición necesaria para mostrar a un conjunto social hegemónico en el entendimiento de cuáles deben ser las prioridades… no es posible que nos hayamos quedado con un aplauso inconcluso…

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